El niño en la cima de la montaña – John Boyne

Hola humanitos, yo de nuevo, estos días me verán mucho por aquí porque las  letras me andan tratando bien bonito y no han señales del temible bloqueo lector, así que, no los distraigo más y los dejo con la reseña ^-^

	Título: El niño en la cima de la montaña
	Autor: John Boyne
	Páginas: 256
	«Aún eres joven, sólo tienes dieciséis años, te queda mucha vida por delante para llegar a aceptar tu complicidad en estas cuestiones. Pero nunca te convenzas de que no lo sabías. Ése sería el peor crimen de todos»

En la última reseña les hablaba sobre El niño con el pijama de rayas, la historia de Bruno en la época de la segunda guerra mundial y, lo saco a colación, porque John Boyne repite este marco central en El niño en la cima de la montaña, sin embargo, a pesar de que se repiten elementos, el enfoque y el desarrollo del personaje son totalmente distintos.

En esta ocasión conocemos a Pierroth, un niño de siete años, de padre alemán y madre francesa, que, es la cosa más tierna que puedan imaginar, en la primera parte del libro, nos enamoramos de él y, creo que es el mayor acierto de John, ya que conectamos tanto con él que en ciertas partes de la novela, nos va a doler hartito, pero bueno, volvamos al punto, Pierroth cuenta con su mejor amigo Anshel, para olvidar las peleas entre un padrea traumatizado por la Gran Guerra y una madre que hace todo lo posible por mantener el barco a flote, pero esto no durará mucho, ya que los caminos de la vida no son los que yo pensaba ♪, y lo llevarán a enfrentar la vida solo, sin padres y lejos de su mejor amigo, Pierroth llega a un orfanato en Orleans, donde, podremos ver un poco del impacto que tiene ya la presencia del Führer, en los niños alemanes. Hasta que, un buen día, Pierroth recibe una carta de su tía, diciéndole que lo adoptará, ay, que bello ❤

Debo hacer una pausa para recordarles que John Boyne es experto en destruirnos mediante las historias de sus niños, así que, si esperan un final feliz, lo mejor será que se detengan aquí e imaginen la frabullosa vida que tuvo Pierroth con su tía.

¿Qué? ¿Sigues aquí? En serio te gusta sufrir, pues bueno, si has de saber, debo contarte que la tía Beatrix llega por Pierroth para llevarlo a vivir consigo, a la Residencia Berghof, donde funge como ama de llaves y si, para quien no lo sepa, esa, es la casa de descanso de el mismísimo Albert Einstein, perdón, Adolf Hitler, así que, en esta segunda parte del libro, que, si bien es la más extensa, siento que me faltaron un poco más de páginas porque lo mío es sufrir, esta etapa de Pierroth, quien, al llevar un nombre francés, ahora es llamado Pieter, y obligado a ocultar su pasado para no desatar la ira del Führer, quien va ocasionalmente a descansar y recibir invitados de alto rango.

Si les he de ser sincera, humanitos, me cuesta mucho trabajo reseñar esta parte, porque, ¿cómo puedo definir la transformación de un niño tierno que se vio influenciado por uno de los personajes más crueles de la historia? Empezando por el principio, supongo, en los breves encuentros que tuvo Pieter con los soldados alemanes, antes de llegar al Berghof, estos demostraron su poder mediante malos tratos, por lo cual, y habiendo tenido como padre a un orgulloso soldado alemán, él decide que un día, tendrá un uniforme como esos y, un día será igual de poderoso y ya nadie podrá tratarlo mal y, eso es lo que ve Hitler en él, un pequeño niño con hambre de ser más, así que, a lo largo de estos años, los veremos hacerse cada vez más cercanos, y este punto me sorprendió porque jamás pensé en un Hitler que fuera capaz de ser «humano», protector, amigable. Esa cercanía es la que me torturó, ya que, veía los efectos que iba teniendo en mi entrañable Pierroth que, cada vez era más Pieter, porque no puedo pensar en mi Pierroth actuando, hablando y haciendo todo lo que Pieter fue capaz de hacer.

Si bien, algunas partes van saltando en los años y la transformación del personaje se va haciendo marcada, sin tanta justificación (más allá de la cercanía con el Führer), creo que los momentos clave en los que John decidió darle a Pieter su dosis de crueldad, son perfectos y contundentes, logrando asombrar ante cada nuevo descubrimiento del lector.

En la tercera parte y, casi final, porque hay epílogo, vemos el peso de las consecuencias y el como atormentan a Pieter, quien, ya con dieciséis años, es perfectamente capaz de ver el daño que ocasionó y de sentir miedo a enfrentar las consecuencias de aquello que creyó, era lo correcto, verlo pasar de un estado «todopoderoso» a tener pavor de salir a las calles que un día le temían, es otra experiencia que igualmente se goza, se sufre, pero se goza por lo bien manejada que está.

Sobre el epílogo no diré nada porque, como ya dije, lo mío es sufrir y me gusto el contundente final que imaginé para la tercera parte, aunque, creo que el 99% de ustedes amará ese epílogo porque, la verdad, si llega directo y profundo a los feels.

La narrativa de John, es como siempre, atinada, te envuelve en sus historias hasta que de pronto te descubres en la última página preguntándote como rayos llegaste ahí tan rápido, y al cabo de un momento empiezas a sentir ese vacío existencial que te deja, a mi, por lo menos, me tuvo pensando un buuuuuen rato porque estoy segura que hubo muchos Pierroth en aquella época y que vivieron de la misma forma y eso, eso es algo que hace que mi corazón sufra en demasía.

Ay, ya me puse sentimental, así que mejor me despido antes de ponerme a llorar XD pero, no sin antes añadir que me gustó muchísimo más este título que El niño con el pijama de rayas, debido que la siento como una obra más madura y mejor descrita, sin duda, deben leerla para sufrir conmigo.

– CALIFICACIÓN –